Un sofa, sin perro, no vale la pena

Y conste que mi Jabba no subió al sofá en 13 años. Y que siempre fui de las que no querían que el perro se subiera al sofá. Pero Tòfol me demostró que si un perro quiere sofá, pues un perro se sube al sofá. Aunque esté incómodo de la ostia.

Y ahora Anakin se sube cuando estoy en el sofá. Cuando no estoy no, que pongo una mesa, pero, visto lo visto, no se sube porque no quiere.

El proceso:

Pillo a Tòfol sobre el sofá. Cómodo, muy cómodo, no puede estar. Pero ahí está él.

Como yo, que soy más lista que un pínbul de 10 meses, no quiero que suba, pues pongo un barreño donde detecto que el animal se pone. (guiño, guiño)

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Que sí, que sí, que ya pondrás tú cosas…

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Total. Me rendí.

Los pínbuls, cuando no son come niños (es decir, siempre) son animales de sofá. Y te pongas como te pongas, quieren sofá.

Tòfol vino a casa de la perrera, con lo que mucho sofá allí no había tenido… Yo creo que los pínbules llevan tanto adn de querer el mejor sitio de la casa, que no le queda adn para ser comeniños.

Un pensament sobre “Un sofa, sin perro, no vale la pena

  1. Preciosas fotos! Y, eso sí, por mucho empeño que pongas, si quieren sofá, tienen sofá (y habla una experta que se rindió hace años) !!!

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